Vivimos en una sociedad impulsada y manipulada por la tecnología. Al menos el 70% de nuestro tiempo activo (despiertos) estamos concentrados en diferentes dispositivos electrónicos, bien sea teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras portátiles y otras tecnologías basadas en Internet. Es como si fuese una norma mundial y todos la seguimos sin cuestionarla. El consumo excesivo de nuevas tecnologías ha cambiado por completo nuestra sociedad en las últimas décadas, desde la forma en que trabajamos hasta la forma en que socializamos y vemos al mundo. Y estamos absolutamente conscientes de tal hecho, solo parece no importarnos.
Nuestra forma de pensar, actuar e interactuar ha cambiado considerablemente. Hoy en día se nos hace mucho más fácil conversar con nuestros amigos, conocidos, compañeros de trabajo y familiares vía WhatsApp, Facebook o Instagram. Y si escuchamos el tono de llamada común nos aterramos, como si se tratará de un bicho raro que viene a atacarnos. Hemos dejado a un lado la espontaneidad de una llamada casual y corriente para optar por conversaciones y chats disfrazados.
La tecnología está modificando nuestros cerebros al punto que efectivamente no nos damos cuenta de cuándo y cómo comenzamos a hacer las mismas cosas de manera diferente que solíamos hacer sin la ayuda de la tecnología. De hecho, Internet ha cambiado la forma en que leemos. Nuestros cerebros se están acostumbrando a una sobrecarga constante de información visual, incluidos textos, gráficos, videos y otros estímulos digitales. Nuestros cerebros están aprendiendo a escanear información y a seleccionar lo que parece «importante» sin tener en cuenta el resto. En lugar de leer artículos completos, nos concentramos en fragmentos de detalles y formamos conclusiones clave.
Hoy en día es común ver como a adolescentes y jóvenes pueden verse afectados directamente por las redes sociales y los dispositivos móviles. Desde problemas psicológicos y físicos, como fatiga visual, hasta dificultad para concentrarse en tareas importantes. También pueden contribuir a problemas de salud más graves, como la depresión o ansiedad.
Consecuencias de la adicción al móvil
Un punto a considerar es la relación entre las redes sociales y la salud mental. No podemos negar que la Internet y la tecnología en general son un gran avance, tampoco es válido decir que es 100% malo y que afecta todos los aspectos de nuestras vidas. Lo que sí podemos decir, es que si no hacemos un buen uso de la Internet, es muy posible caer en un mundo oscuro, al punto de no saber quiénes somos, qué queremos y hacía dónde vamos.
Varios estudios e investigaciones han observado un vínculo entre el uso de las redes sociales y ciertos problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. Dichos estudios también han indicado que una adolescente de 15 años que usa redes sociales puede modificar de manera considerable la forma en cómo percibe la vida. Es posible que esta chiquilla se deje llevar por ciertos «estándares de belleza» que resultan ser falsos, gracias a los filtros y ediciones que se pueden hacer desde cualquier móvil. Y a su vez puede empezar a modificar su rutina diaria con el fin de cumplir con dichos estándares o modas que ve a lo largo del día en redes sociales.
A medida que aumenta la dependencia tecnológica, las personas viven en un estado de autoalienación, alejados de su yo emocional, lo que les impide la autoconciencia y la autorreflexión. En lugar de elecciones reflexivas, se vuelven más reactivas y menos reflexivas. Por lo que mientras más consumimos información en Internet y en redes sociales, más suben los niveles de insatisfacción por las comparativas que nos hacemos.
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Los niños y la tecnología: a temprana edad es posible notar como hemos mencionado anteriormente, la depresión, ansiedad, alteración de personalidad, obsesión por una moda digital y dificultad para socializar personalmente. Cabe aclarar, esto no solo sucede en niños y adolescentes, también es posible sentir agobio a una edad adulta. Sin importar tu edad, puedes verte afectada, por lo que será necesario tomar medidas al respecto.
A mis 28 años puedo decir que he sentido ansiedad y estrés excesivo al usar las redes sociales con frecuencia. Más allá de estándares de belleza o modas pasajeras, me agobian las noticias y lo que pueda estar sucediendo en el mundo. Ver un video violento o de personas actuando injustamente me descontrola. Por lo que he decidido usar el móvil y las redes sociales por no más de 2 horas diarias (te sorprenderá saber que hay personas que las usan hasta 6 horas al día) y he realizado una mejor filtración de lo que veo. Soy fan del botón «bloquear».
¿Sientes cansancio todo el día?
Es justo decir que si no sigues hábitos sanos, pues es muy posible que te sientas agotada a lo largo del día. Sin embargo, también es cierto que la sensación de cansancio permanente se debe al uso excesivo que hacemos de las tecnologías. Te preguntarás por qué, y esto se debe a la gran cantidad de información y ruido que percibimos a través de las redes sociales y Apps. Al recibir tanta información estamos haciendo que nuestro cerebro funcione de manera acelerada y como consecuencia sentimos que la vida pasa más rápido, por lo que esto genera sensación de fatiga.
La tecnología Vs. Obesidad
Te resultará un poco confuso que se haga una comparación entre la tecnología y el peso de las personas. Pero hay mucha relación, resulta que cuando estamos haciendo uso excesivo de la Internet, estamos expuestos a mucha información, lo que usualmente ocasiona estrés y aburrimiento. ¿Y qué hacemos mayormente cuándo nos sentimos estresadas y aburridas? Comer. La comida funciona como estímulo tranquilizador y da placer, por lo que nuestro cerebro está en constantes aprietos: en un momento siente estrés, comemos y a los segundos siente placer. Esta es una de las razones principales de la obesidad a nivel mundial hoy en día.
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La tecnología y las relaciones interpersonales
Recientemente, salí con mi novio a un restaurante. Hicimos nuestro pedido y nos fuimos a la mesa para esperar la orden, iniciamos nuestra conversación y de pronto, note un silencio intenso, solo se escuchaba un grupo de 5 chicas que estaban en la zona de la terraza. Al hacer una evaluación de lado a lado, pude ver que al menos el 90% de las personas en el lugar estaban con su mirada fija en el móvil, no había interacción y mucho menos un tema de conversación familiar. De hecho, la mayoría de los niños en el restaurante miraban algún tipo de pantalla.
Y aunque sea visto como algo «normal» hoy en día, la verdad es que no lo es. No es normal estar sentados en familia con nuestros abuelos y estar con la mirada fija en los móviles, sin darnos cuenta que la vida es un abrir y cerrar de ojos. Puede que los abuelos hoy estén y mañana no. Tenemos que desconectarnos de las pantallas y acercarnos más a los nuestros.
El problema comienza cuando la interacción con la tecnología comienza a tener prioridad sobre la participación en una comunicación significativa. A medida que aumenta la dependencia de la tecnología, las personas se mueven por el mundo en una burbuja narcisista, alejados de sus propios pensamientos y sentimientos. A medida que las habilidades de conversación y las interacciones positivas se desmoronan, la tecnología incluso comienza a deformar el sentido de humanidad de las personas; son menos compasivas y sensibles con los demás.
Cómo solucionar el apego a la tecnología
Crea espacios sin tecnología, busca hacer actividades que disfrutes sin el teléfono, por ejemplo: bailar, hacer yoga o ejercicios, salir con tus amigas, disfrutar de un buen libro, entablar conversaciones con tu familia y/o pasar tiempo jugando con tu mascota. En estos momentos podrías poner tu móvil en silencio o modo avión.
No inicies tu día revisando el móvil. Al despertar procura estar más conectada contigo misma, puedes consultar este artículo que hemos escrito para ti: Rutina matutina para iniciar el día con energía y con la mejor actitud. Permítete desayunar tranquila, dale oportunidad a tu cerebro a que termine de despertar antes de aportarle información innecesaria. Al finalizar el día no estés con el móvil. La cama y la habitación en sí son espacios de calma y relajación. Puedes cambiar el ver las redes sociales por leer un libro o hacer meditación.
Olvídate de publicar todo lo que haces durante tu día, evita subir contenido de forma constante. Al subir contenido todos los días, de forma inconsciente estarás más pendiente de tu móvil con el fin de ver cuántas reacciones vas teniendo, cuántos likes o comentarios.
Disfruta más de la naturaleza y aprende a convivir contigo misma. Si estás en un parque público o en un café a solas, evita usar el móvil, procura estar más presente y disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece el día a día.